lunes, 24 de diciembre de 2007

GEOGRAFÍA DE LOS RIESGOS

La etiqueta de esta entrada “Geografía de los Riesgos”, es un término sencillo de conceptualización compleja, pues de él hablamos en muchas ocasiones mi gran amigo y compañero de estudios Sebastián Martín Pérez (Chani) y yo. Él como yo, ha encontrado esta ciencia en su camino vital y ha sabido acoplarla muy bien a los conocimientos que ya andaban inmersos en su cabeza.
El citarlo en esta entrada viene al caso debido a la relación que ha tenido en su andadura profesional con el territorio en su primer trabajo de servicio municipal como Guarda Forestal y en último término con la ocupación durante algunos años en el campo de la Protección Civil. Ambas experiencias han apoyado en gran medida su encuentro con La Geografía, si bien a la que hoy me quería referir es a la segunda. De nuestras conversaciones, sus ensayos y la participación de este en algunos proyectos relacionados con la materia es de donde se nutre el siguiente texto.
Los riesgos de índole natural y tecnológica, se convierten en tales, desde el momento en que puedan afectar al ser humano. Antes de ello se determinan como peligros. Esto es un concepto que S. Martín me ha aclarado en más de una ocasión, de este modo un wady que se desborda caóticamente en una zona de desierto donde se ha producido una lluvia torrencial de extremas dimensiones, mientras no afecte a zonas habitadas no se considera un peligro. Si esa misma circunstancia ocurriera junto a un poblado ubicado en una pequeña depresión cercana al wady , entonces hablaríamos de riesgo.
El riesgo es por tanto, como el medio ambiente (espero tratarlo también pronto), una variable que si bien en muchos casos tiene una causa natural directa, mantiene una relación con la sociedad susceptible de padecerlo que de manera lógica lo convierte en una variable humana a todas luces.
En el Diccionario de la Ciencia de José Manuel Sánchez Ron, en una de sus peculiares entradas, el autor habla sobre la teoría del Caos, formulada por Henri Poincaré (1854-1912). Allí cita un texto del libro e Poincaré Ciencia y Método (1912):
“Una causa muy pequeña, que se nos escapa, determina un efecto considerable que no podemos ignorar; decimos entonces que este efecto es debido al azar. Si conociésemos las leyes de la naturaleza y la situación del universo en el instante inicial, podríamos predecir con exactitud la situación de este universo en un instante ulterior. Pero aun cuando las leyes naturales no tuvieran más secretos para nosotros, no podríamos conocer la situación inicial más que aproximadamente. Si esto nos permite prever la situación ulterior con la misma aproximación, que es todo lo que necesitamos, decimos entonces que el fenómeno ha sido previsto, que está regido por leyes. Pero no acaece siempre así; puede suceder que pequeñas diferencias en las condiciones iniciales las engendren muy grandes en los fenómenos finales; un pequeño error enorme sobre los últimos. La predicción entonces se vuelve imposible y nos encontramos con un fenómeno fortuito”
El profesor Sánchez Ron, explica como la predicción del tiempo resulta ser uno de los dominios en los que reina el caos […] Vemos que generalmente las grandes perturbaciones se producen en las regiones en que la atmósfera es inestable. Los meteorólogos ven que este equilibrio no es constante, que se va a producir un ciclón en alguna parte; pero donde, son incapaces de decirlo; un décimo de segundo más o menos en un punto cualquiera y el ciclón estalla aquí y no allá y extiende sus estragos sobre comarcas que hubiera evitado de otro modo. […]
He querido hacer referencia al caos precisamente para aclarar que el conocimiento de un fenómeno físico, como en este caso el de un ciclón, nos ayuda a conocer los posibles comportamientos del mismo desde el momento en el que pueda desarrollarse como un riesgo para una determinada sociedad. Pero apoyados en la teoría del caos, los meteorólogos saben que la variabilidad de una pieza del sistema por pequeña sea, puede tener efectos que desbaratarían cualquier modelo predictivo.
Aún con esto, hoy se cuenta con herramientas informáticas que mientras reciben la información de diversas variables a través de sensores son capaces de asumir operaciones matemáticas que ayudan al físico a realizar esta función de predicción del comportamiento de un determinado fenómeno.
Sigamos con el ejemplo del ciclón. Ya los meteorólogos lo han localizado en el Índico y han alertado de su posición y su comportamiento futuro, situándolo sobre la Isla de Reunión en 48 horas. El fenómeno adverso meteorológico de carácter peligroso a pasado a constituir un posible riesgo para los habitantes de dicha isla. Se ha puesto en marcha un proceso, ha actuado la primera “P” la Predicción.
Las informaciones predictivas han llegado por diferentes cauces han llegado de primera mano a lo gestores del riesgo de la Isla de Reunión. Aquí es donde se pondrán a prueba las dos siguientes “Pes”, la Prevención y la Previsión.
Según el diccionario de la RAE, prever significa preparar y disponer anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo. Y justamente en este punto los geógrafos podemos aportar bastante, porque para saber aquello de lo que debe disponer dicha isla para evitar pérdidas humanas y en la medida de lo posible disminuir las económicas, es necesario, por un lado conocer el tipo de fenómeno meteorológico que se avecina y por otro analizar los efectos que pueda tener en el medio habitado donde actúe. Y es en el conocimiento del medio y del hombre donde entra a jugar el papel más importante el geógrafo, pues como ya he venido explicando y este es un matiz que siempre trata de destacar mi colega S. Martín, formado en geografía y experto en protección civil, el peligro de un fenómeno adverso meteorológico se convierte en riesgo, cuando intercepta la vida o los intereses humanos, así sea en un barco de recreo en el Pacífico, como en una plataforma petrolífera del Atlántico o en el interior del continente africano.
Que ciencia mejor para prever los posibles daños que pueda infligir un riesgo natural o tecnológico, que aquella que en sus diagnósticos anticipa un inventario físico y humano del espacio, aquella que ha cuantificado para modelizar, que ha descrito para explicar, que ha interrelacionado al hombre y al medio hasta el punto de no poder disgregarlos. La Geografía, da las claves de lo que hoy llaman medio ambiente y que la avidez de la ingeniería ha barrido para su campo con la creación de las Ciencias Ambientales. Menos mal que se sabe que la interdisciplinariedad es el único baluarte que da éxito a los estudios de los procesos, que como en el riesgo, intervienen variables de tipo físico y humano.
Debemos agradecer y desde aquí lo hago, a los geógrafos que han tratado la cuestión de los riesgos, el que hayan sabido incorporar nuestra ciencia al estudio de los mismos y al mismo tiempo los animo a través de esta humilde aportación a seguir haciéndolo.
Sí, ya sé. Me queda la última “P”, la previsión, según la RAE, y con ella termino igual que empecé. La previsión o la acción de disponer lo conveniente para atender a contingencias o necesidades previsibles, es la que en último término y en último lugar debe procederse en el análisis del riesgo, porque la previsión es la que garantizará los medios previstos para atender a los daños ya causados por dicho riesgo. Esta debe ser prescrita en base al fallo de todos los procesos de prevención, para aún, cuando en todos los medios de reducción del riesgo hayan fracasado existan medios disponibles para gestionar la inminente catástrofe. ¿Dónde alojamos a la población afectada? ¿Cuáles son las posibles vías de evacuación?¿Dónde podemos almacenar o aprovisionar agua y alimentos? ¿Dónde se localizan los médicos? ¿Y los hospitales?.... bueno no voy a seguir, creo que ya saben por donde voy y que ciencia se ha encargado de localizar espacialmente cualquier variable.
Si has conseguido llegar a este punto y no has tirado ya la toalla con esta disertación es que te ha interesa bastante el asunto. Por ello y sólo para ti, escribo este último párrafo:

Actualmente de las “Tres Pes” que he descrito la PREDICCIÓN, PREVENCIÓN y PREVISIÓN, la que más desarrollan las regiones no es ninguna de estas, sino las “Tres Ases” ACCIONES BOMBERILES, AGÁRRESE QUIEN PUEDA y A CUBIERTO. Sí, se trata de la gestión de la emergencia, o sea de apagar el fuego sin antes predecir, prever y prevenir el incendio, entonces entran a multiplicarse geométricamente las acciones a emprender durante el paso del ciclón y tras su marcha. Quedan ahora las compensaciones económicas, pero como bien escuché decir a Olcina Cantos, otro de los grandes geógrafos españoles dedicados a esta cuestión, lo que no podemos permitir contabilizar es la pérdida de una sola vida humana.

0 Comentarios:

Publicar un comentario