sábado, 24 de noviembre de 2007

¿ POR QUÉ EN OTOÑO SE CAEN LAS HOJAS DE LOS ÁRBOLES?


En Climatología, el otoño en el hemisferio norte comprende los meses de septiembre, octubre y noviembre, así como marzo, abril y mayo en el hemisferio sur. Este año, los que vivimos en Madrid hemos esperado hasta mediados de noviembre para empezar a observar un fenómeno que se produce estacionalmente, la caída de las hojas en las plantas caducifolias. Este es un hecho usual para los habitantes de las zonas templadas del planeta que tienen bien definidas sus estaciones dentro de los periodos que citaba al principio.
El espectáculo de color que ofrecen los paisajes vegetales que mezclan los tonos verdes, amarillos y marrones es sobrecogedor. Cuando el frío llega a la ciudad, sobre las calles, las aceras y el suelo de los parques comienzan a precipitar gran cantidad de hojas que componen un manto de hojarasca que se empeña en cumplir su última función vital que es la de abonar el suelo en su descomposición.
Los habitantes de territorios donde los cambios en la temperatura no son excesivamente contrastados a lo largo del año, es decir, donde la amplitud térmica estacional no es excesiva, no estamos acostumbrados a observar este fenómeno. En mi caso, la mayor parte de mi vida ha transcurrido en Tenerife, una isla del Archipiélago Canario, una región situada en latitud subtropical (sobre los 28º N) cuya climatología precisa no voy a definir ahora, pero sí a hacer alusión a este hecho, la estabilidad anual de las temperaturas.
Los habitantes de estas islas, no estamos nada acostumbrados a percibir estos cambios térmicos que se aseveran con la continentalidad y el aumento en latitud. Las formaciones boscosas de mayor tamaño que podemos observar en las islas de mayor altitud, están compuestas por la comunidad del pinar dominado por el pino canario, el monte verde y la laurisilva en cotas más bajas (donde llega la humedad de los alisios). Predominantemente las especies arbóreas que componen estos bosques son peremnifolias, a veces denominados "siempre verdes". Por ello no es de extrañar que un canario que vive en Madrid, se quede estupefacto al observar como la vegetación de los grandes parques urbanos y los pasillos vegetales de las aceras, se desprende de sus hojas quedando totalmente desnudos cuando llega el otoño.
Algunos y algunas algo más expertos en geografía, ya habrán caído en la cuenta de que en Madrid, predominan los encinares y pinares (generalmente de repoblación estos últimos), y claro, entre las fagáceas, la encina es una del género Quercus de carácter peremnifolio. Pero permítanme que hoy me concentre en las especies caducifolias introducidas en el paisaje urbano. Claro que en las ciudades de Tenerife, también las encontramos, pero el que haya visitado la ciudad lo más que puede haber visto es una calle adornada con alguna del género Acer como el plátano de sombra.
En las zonas de la Meseta Central, para observar el espectáculo otoñal de caída de la hoja, tenemos que acercarnos a las zonas más húmedas donde podemos ver castañeros, robledales o alcornocales, o a las riberas para observar olmos, fresnos o abedules siguiendo la línea del río. Por ello, la ciudad a veces no es un mal lugar para observar fenómenos como el que yo hoy les describo, pues si visitamos por ejemplo el Parque del Retiro (foto superior), podemos ver como especies ornamentales como el castaño de indias nos brindan esa posibilidad.

Aún no he dado una respuesta concreta a mi pregunta, pero seguro que casi la hemos deducido ya. En efecto, el factor más importante es la oscilación térmica estacional. La defensa de las caducifolias ante la reducción de la luz y de la temperatura es deshacerse de las fábricas fotosintéticas, cerrando y endureciendo sus yemas, ralentizando su metabolismo a sus mínimos, a la espera de que vuelvan a existir condiciones favorables en la primavera y poner en marcha todos sus mecanismos de crecimiento.
Por supuesto, la relación entre la variación de los elementos climáticos (temperatura, luz, humedad, viento, precipitación) y como estos afectan a la vida de las plantas, es otra de las cuestiones que también estudian los geógrafos.
¡Ah, se me olvidaba! Recuerdan que comencé a escribir comentándoles que las hojas habían comenzado a caer casi al final del otoño ¿verdad?. Pues aquí tienen una prueba de lo que les he contado. En la ciudad, las plantas tienen una pequeña ayuda extra, se trata de la iluminación urbana, los árboles que cuentan con la luz de una farola además de crecer más (las hojas dispuestas hacia la el foco de luz trabajan casi las 24 horas), también retienen sus hojas algo más de tiempo, por otro lado a veces el mobiliario urbano proporciona mejores condiciones térmicas y en ocasiones esto puede confiar algo más a los árboles que aguantan un poco más sin desvestirse.
Un saludo amig@s.



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