sábado, 30 de abril de 2011

GEOGRAFÍA PARA EL DESARROLLO

¿Cómo has llegado hasta aquí?; ¿Qué hace alguien cómo tú en un sitio como este? En cualquier caso, bienvenido o bienvenida. No quiero mirar la fecha de la última entrada de este blog, porque quizás piense que el tiempo es tan relativo, que las fechas no son más que referencias que separan los acontecimientos medidos a través de una escala. Pongamos el segmento de la duración media de la vida de una persona en un país de los llamados desarrollados, como por ejemplo España que ronda algo más de los ochenta años. Desde este punto de vista las entradas de este espacio no distan tanto entre sí. ¡qué pensaría una mosca común (si pensara) de las que apenas ven aparecer el sol una vez!.

En fin, no es que no tuviera nada que decir, sino que por el contrario había demasiadas cosas sobre las que hacerlo y no me decidía ni encontraba el momento para hacerlo aquí. El motivo, tampoco lo tengo claro, pero sobre lo que va a girar esta entrada sí. La Geografía para el desarrollo.
Para empezar a hablar de esta cuestión, tendría que empezar definiendo lo que es la Geografía y lo que considero que es el desarrollo. Esto no lo voy a hacer explícito, pero utilizando convenientes silogismos podría decir que la Geografía es una ciencia y el desarrollo es progreso. Progreso y ciencia son dos elementos que han llevado a la humanidad a donde está hoy, y a conseguir, entre otras cosas, hitos sin precedentes como el aumento de la esperanza de vida del hombre a edades como la mencionada anteriormente. La ciencia, dentro de un amplio acuerdo es la búsqueda de la verdad a través del conocimiento racional, a veces también expresada como la simple organización de este conocimiento. Por otro lado, el concepto de progreso no parece que cuente con un consenso de tan amplia aceptación y no en vano los propios científicos no se ponen de acuerdo en a qué deberíamos llamar progreso.

Quizás uno de los errores que se hayan cometido en el siglo pasado, haya sido el de la equiparación del progreso con el nivel de riqueza de un país. Mucho tiempo se ha pasado clasificando el desarrollo de los países a través de la medida de sus producto interior bruto. Así como el desarrollo de la persona basado en si vive con más o menos de un dólar al día. Más adelante, nuevas medidas de progreso como el índice de desarrollo humano incorporado por la ONU, rompieron estos esquemas para comenzar a incluir en las mediciones indicadores demográficos como la esperanza de vida al nacer, indicadores sobre la educación como las tasas de analfabetismo, sumando a ello el peso que aún seguirán teniendo los indicadores de riqueza económica como el tradicional producto interior bruto. Otros índices afortunadamente pretenden ir más allá y comienzan a incluirse elementos como el respeto por las libertades, los derechos humanos, la calidad de las instituciones y la ausencia de corrupción. Muchos investigadores llevan tiempo iniciando importantes esfuerzos en definir un verdadero índice de desarrollo y de progreso que incluya la salud de todos estos factores, a veces ocultos tras un brillante crecimiento anual del producto interior bruto o la renta per capita de un estado. La Geografía, como ciencia que estudia muy bien la marcha de todos estos factores de desarrollo, juega con una gran ventaja que es la de identificar y diferenciar territorialmente regiones en cuanto al estado de estos índices.

Se ha avanzado entonces en definir el desarrollo a través de la medida de indicadores, primero económicos y luego sociales. Y sobre todo en lo segundo aún faltan muchos avances. Pero aquí no queda la cosa. Otras personas se han dado cuenta de que existiendo crecimiento económico y mejoras sociales el deterioro del medioambiente puede quedar oculto, con lo que a medio o largo plazo las otras dos patas pueden empezar de nuevo a cojear. Es decir, ha subido el saldo de escolarizados adinerados, pero que no se plantean el límite de los recursos que utilizan para adinerarse y escolarizarse.

Añadamos entonces a nuestro termómetro de progreso y desarrollo, otro nuevo conjunto de indicadores. Sí, los ambientales. Aquellos que nos permiten saber si el uso de nuestro entorno para alcanzar las metas económicas y sociales propuestas es adecuado para un largo plazo e incluso indefinido.

Bueno, hasta aquí, parece que en el siglo XX se dieron pasos importantes. Primero nos dimos cuenta de que todo el mundo no vivía igual, que habían pobres y ricos. Luego inyectando dinero a los pobres para que fueran ricos se entendió que la calidad social no avanzaba con el producto interior bruto. Más tarde incluyendo la alfabetización y la mejora de la esperanza de vida, el deterioro ambiental progresivo de muchas regiones y en definitiva del planeta hizo visible para unos pocos que en el aprendizaje del abecedario había que incluir la moral ambiental como asignatura troncal.

Así, que entre una cosa y otra, se ha llegado a la fase del llamado Desarrollo Sostenible. Donde al menos la intención es que cualquier actividad desarrollada por el ser humano, para que sea considerada de buen progreso, debe contemplar los factores de mejora económica, social y ambiental. ¿A qué no adivinan en qué ciencia estoy pensando para diagnosticar el buen desarrollo de estos factores?. Efectivamente, si han leído hasta aquí, no se equivocan. No obstante, aquí hay otro punto importantísimo. La Geografía sin lugar a dudas, cuenta con instrumentos para hacer un buen análisis a cualquier escala para medir el desarrollo sostenible de una entidad. Pero lo más importante es que una ciencia suele aportar una visión, y el buen progreso necesita de todas las ópticas, de todas las disciplinas y más importante aún, de todos. Porque sin lugar a dudas, y esto ya está siendo patente, el siguiente paso en las medidas del desarrollo humano va a ser el gran desarrollo de la participación ciudadana en todos los procesos.

Se ha escrito mucho, escrito demasiado y hecho un montón, pero queda mucho por hacer, mucho por escribir, mucho por pensar. Esta es una primera entrada de Geografía para el Desarrollo, que aunque perdida en los bytes de la red, siempre va a estar mejor que en las sinapsis de un cerebro en continuo deterioro.



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